Érase una vez un oso perezoso llamado Teodoro. Se pasaba todo el tiempo colgado y columpiándose en los árboles y las lianas. Nunca tenÃa ganas de hacer nada, y se comÃa todo lo que se le ponÃa por delante. Su vida era cómoda y fácil, pero le faltaba algo de emoción. Muriéndose de aburrimiento, Teodoro decidió ir a ver al hada de la selva y pedirle que lo convirtiera en un superhéroe.
—Querida hada, por favor, ayúdame. Estoy harto de estar todo el dÃa tumbado en este árbol, de digerir una sola hoja durante treinta largos dÃas y de meterme el dedo en la nariz a todas horas —gruñó Teodoro.
—¿Y qué prefieres hacer? Cada animal de la selva desempeña su propio papel. Los leones persiguen su comida, los pájaros vuelan por el cielo... y tú, tú... descansas en los árboles todo el dÃa. ¿No estás contento de tener una vida tan agradable y tranquila? —dijo el hada.
—¿Qué gracia tiene si no puedo moverme más de tres metros en una hora? Lo mejor de mi vida es ir al baño una vez a la semana —se quejó Teodoro—. Por favor, ¡conviérteme en un superhéroe! PodrÃa ayudar a los animales de la selva a salir de apuros. Eso me harÃa sentir mucho mejor.
—Bueno, no lo sé, Teodoro. Naciste perezoso. No está en tu naturaleza hacer cosas heroicas. Pero si realmente anhelas un cambio... — El hada se apiadó de él y agitó su varita mágica— Te convertiré en superhéroe por un dÃa y podrás probarlo. Cuando te despiertes por la mañana, tendrás superpoderes.
Teodoro estaba tan emocionado por que llegara el amanecer que no podÃa dormir. Lo primero que oyó por la mañana fue a un padre pez pidiendo ayuda.
—¡Socorro! Por favor, ¡que alguien…