Abby Voss
Nube saltarina
Wilma es una nube joven y enérgica que no para de dar saltos. Sus movimientos frenéticos molestan a las demás nubes del cielo y a los pájaros. ¿Será capaz de encontrar un espacio donde ser ella misma?


Érase una vez, en un pueblo muy pequeño, dos caminos que se cruzaban. Por aquí pasaban muchos coches todos los días y todas las 
Para ayudar a los peatones a cruzar de un lado a otro, había semáforos en el camino. Estaban allí para vigilar a todos y guiarlos de manera segura para cruzar.
Cuando los semáforos se ponían en 
Así fue día tras día, noche tras noche, hasta que un día, uno de los semáforos se aburrió muchísimo. Pero no solamente estaba aburrido. ¡Estaba molesto y se estaba enojando!
Rojo, amarillo, verde...
Rojo, amarillo, verde…
Rojo, amarillo, verde…
—¿Cuánto tiempo se supone que debo repetir esto? Siempre son los mismos colores — murmuró el infeliz semáforo. Miró el mundo a su alrededor y vio que estaba lleno de muchos colores. Al semáforo le encantó cómo se veía todo y luego se miró a sí mismo. Era gris y estaba 
Rojo, amarillo, verde...
Rojo, amarillo, verde…
Rojo, amarillo, verde…
— Es tu trabajo y por eso te pusieron aquí —le dijo el pequeño semáforo para peatones que estaba a un lado y que ayudaba a la gente a cruzar a pie.
—¡Pero me gustan los colores! Me encantan los colores —exclamó el semáforo grande—. ¿Realmente debo seguir cambiando entre tres colores, siempre en el mismo orden, por los siglos de los siglos?
El semáforo se puso a pensar y pensar y de pronto tuvo una idea. —¿Por qué no enciendo mis luces en el orden que yo quiera? —se dijo a sí mismo—. Esto haría que este aburrido trabajo…