Las orejas del conejo

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Según este cuento maya, había un conejito al que no le gustaba su aspecto, así que decidió ir a ver a un mago para que lo convirtiera en una fuerte y poderosa bestia. El mago le explicó que el valor de una criatura no está en tener un cuerpo fuerte y, para mantener su promesa, le otorgó unas orejas largas y muy hábiles.
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Las orejas del conejo
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Hace mucho tiempo, los conejos tenían un aspecto muy diferente al que tienen ahora. Antes, tenían las orejas pequeñas como las de los gatos, pero un día pasó algo increíble…

En aquella época, todos los animales estaban satisfechos con su aspecto excepto un conejito, al que su apariencia no le gustaba lo más mínimo. Muchas veces miraba su reflejo en los estanques y en los charcos y se ponía muy, muy triste.

«Soy la criatura más insignificante de toda la naturaleza», se decía el conejo con desesperación, y lo invadía la tristeza cuando veía a los majestuosos leones y a los fuertes y sabios elefantes.

—Yo solo soy una bola de pelo blandita que no vale para nada. Ojalá tuviera un cuerpo grande y fuerte —se quejaba una y otra vez a su amigo el búho.

El sabio búho se estaba empezando a cansar de los lamentos del conejo, así que, un día, cuando ya estaba harto de sus quejas continuas, lo interrumpió en mitad de una frase.

—No puedes estar siempre a disgusto con tu cuerpo, eres perfecto tal y como eres. Pero si de verdad no puedes aceptar que sea así, acude al mago que vive en la montaña. Quizás él pueda ayudarte.

El conejo no dudó ni un segundo y empezó a subir la montaña de inmediato.

Cuando llegó al castillo del mago, llamó a la enorme puerta de madera. Nadie respondió, así que el conejo lo intentó de nuevo, esta vez más fuerte. Y no pasó mucho tiempo hasta que la puerta se abrió.

El conejo empezó a hablar apenas vio al adormilado mago.

—¡Hola! Necesito que me ayude, señor, es urgente.

—Pues interrumpiste mi siesta, así que espero que sea realmente importante —gruñó el mago mirando a la pequeña y…

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