Un zorro vagaba por el bosque buscando algo de comer. Escarbaba entre las hojas caÃdas y olfateaba a ver si encontraba algo que llevarse a la boca. Su barriga rugÃa tan fuerte que parecÃa que tuviera una motocicleta dentro. Estaba tan concentrado en encontrar un bocado que no se dio cuenta de que un tigre se le acercaba sigilosamente. Él también estaba buscando comida y, sin duda, disfrutarÃa de un sabroso zorro. Después de todo, su barriga también habÃa estado rugiendo ruidosamente durante mucho tiempo.
Cuando el zorro se percató de su presencia, ya era demasiado tarde para escapar. El tigre ya habÃa enseñado los dientes y soltado un fuerte rugido. No obstante, el zorro no se dejó intimidar y le habló con calma:
—Oh, gran soberano de este bosque, sé que eres más grande y más fuerte que yo, pero no creas que eres el único animal temible de la zona. La gente me teme más a mà que a ti, asà que mejor piénsatelo bien antes de comerme, porque podrÃa volverse en tu contra.
El tigre rugió una vez más y cuando estaba a punto de comerse al zorro, se detuvo de repente y empezó a pensar para sÃ: «¿Y si el zorro tiene razón? Si la gente le tiene miedo, ¿no deberÃa temerle yo también?». Para entonces, el tigre estaba tan cerca del zorro que sus narices casi se tocaban. El tigre rugió furiosamente.
—Muy bien, entonces —gruñó enfadado—, si la gente te tiene tanto miedo, demuéstramelo.
El astuto zorro no dudó ni un momento: ya tenÃa pensado el plan desde hacÃa tiempo.
—Camina conmigo hasta el pueblo —dijo—. Iré delante de ti y, si la gente me tiene miedo, me dejarás vivir. Si no tienen miedo, puedes comerme.
El tigre aceptó y…