6 lecciones de las fábulas de Esopo que hoy son más relevantes que nunca
Seguro que has oído hablar de las fábulas de Esopo y probablemente hayas leído alguna de ellas: ya sea cuando eras niño o más tarde, de adulto.
Empezar la guardería o el preescolar es un cambio enorme para toda la familia. Tu hijo tendrá que adaptarse a un entorno totalmente nuevo, en el que tendrá que desenvolverse sin sus padres y de forma mucho más independiente. Tendrá que acostumbrarse a nuevas normas y entablar relaciones con los demás niños. Sabes tan bien como yo que los niños no crecen y se independizan de la noche a la mañana. Además, los padres no estamos mucho más preparados que nuestros hijos para este cambio repentino... pero hay algunas cosas que podemos hacer para que esta gran transición sea un poco más fácil.
En este artículo, respondemos a las tres preguntas más frecuentes que se hacen los padres sobre la adaptación a la guardería o al centro de preescolar y, a continuación, te damos algunos consejos clave que te ayudarán a comenzar con el pie derecho:
¿Qué tan rápido se adaptará mi hijo?
Abordemos primero la pregunta más difícil. Independientemente del tiempo que hayan pasado en el parque de juegos, a algunos niños les encanta estar con otros niños de su edad, mientras que a otros les resulta difícil. Además, cada niño está acostumbrado a un enfoque ligeramente distinto en casa y tiene su propia personalidad. Así, algunos niños tienen que aprender a ser más respetuosos con los demás, mientras que otros descubrirán que necesitan ser más asertivos.
Hoy en día, muchas guarderías ofrecen una introducción gradual, empezando con una o dos horas al día y aumentando gradualmente el tiempo de estancia en la guardería; de hecho, algunas lo exigen. Algunas guarderías permiten que los padres se queden con sus hijos los dos primeros días. No tengas miedo de hablar con los maestros o maestras: siempre estarán encantados de saber más sobre ti y tu hijo. Si surge algún problema en la guardería, cuéntales cómo enfocarías esa situación en casa. Lee la información que recibas de la guardería y pregunta qué planes tienen para cada semana, de modo que puedas hablar de ello con tu hijo y prepararle para lo que probablemente ocurra en la guardería.
¿Debo despedirme o simplemente escabullirme?
«¡Déjalo y vete, sobrevivirá!». Es posible que oigas muchos consejos de este tipo, pero no te dejes influir. Las cosas irán lo mejor posible si tu hijo se siente seguro. Aún no sabe lo que es la guardería y no puede hacerse a la idea de lo que significa estar allí sin ti durante unas horas. Háblale, descríbele lo que va a pasar y asegúrale que le quieres. Hay muchas cosas que a los adultos nos parecen obvias, como que no dejaremos a nuestros hijos en la guardería para siempre, pero a los pequeños hay que tranquilizarlos. Necesitan saber que seguimos queriéndolos, que nos parece divertido pasar tiempo en la guardería y que estaremos deseando volver a buscarlos. Asegúrate de explicarles exactamente cuándo te vas a ir («Te ayudaré a quitarte los zapatos y colgaremos el abrigo, luego te daré un gran abrazo y la señorita Lucía te dará la mano y te diré adiós cuando entres en la habitación amarilla») y cuándo volverás («Cuando termines de comer, te estaré esperando en la puerta»), y haz todo lo posible para que todo ocurra tal y como prometiste; al fin y al cabo, no quieres perder la confianza de tus hijos. No te sorprendas si tu hijo llora y consuélale, pero no te quedes demasiado tiempo.
¿Por qué de repente se comporta de forma tan distinta en casa?
Los grandes cambios provocan todo un abanico de emociones que a los niños (y a veces también a los adultos) les resulta difícil gestionar. Algunos responden negándose a ir a la guardería. Otros pueden parecer que lo llevan muy bien, pero en realidad están muy estresados. Puede ser que tu hijo antes fuera tranquilo y feliz y ahora llore cada vez que algo no le sale bien, se haga pis encima, se queje de dolor de cabeza o de barriga, tire los juguetes, muerda... A menudo, los padres intentamos solucionar esos comportamientos sin abordar la raíz de la causa. Sea cual sea el comportamiento, conviene ayudar a tu hijo a procesar sus emociones. No minimices sus problemas, ayúdale a gestionarlos. Y nunca le digas que deje de llorar: todos sabemos que las lágrimas nos ayudan a sanar.
Los niños sólo se relajan plenamente cuando se sienten seguros. Por eso, aunque la educadora de la guardería te diga que la pequeña Alicia ha estado estupenda todo el día, a ti te rechinan los dientes cuando en casa le da una rabieta tras otra. Es muy duro, pero si te das cuenta de que en realidad es un privilegio que se exprese contigo (¡sí, de verdad!), es más fácil aceptarlo y trabajar para ayudar a tu hijo a procesar esas emociones.
7 consejos mágicos
El siete suele ser un número de la suerte en los cuentos de hadas. Así que aquí tienes nuestros siete consejos mágicos para sobrellevar el hecho de que tu bebé empiece ya la guardería/preescolar:
¡Buena suerte!